Polvo sahariano

Antonio Rivera - 28 Abr 2012 - 02:28

Seguro que si ayer viernes miraron ustedes hacia el cielo vieron que este presentaba un tono entre gris claro y blanquecino. Además, si tuvieron la oportunidad de mirar hacia las montañas comprobarían que estas aparecían dibujadas como siluetas fantasmagóricas apenas perceptibles. 

Todo esto se debe a que sobre nosotros tenemos en estos momentos una masa de aire procedente de África que lleva en su seno una gran cantidad de polvo sahariano. Cuando además se producen con estas situaciones precipitaciones aparecen lo que se denominan Lluvias de Barro.

No es algo extraño, ni mucho menos, y de echo tenemos referencias de este tipo de lluvias desde la antigüedad, e incluso en la Biblia, denominándose en muchas ocasiones lluvias de sangre, lo que les da un carácter mucho más místico, religioso y simbólico. En nuestro país, este tipo de lluvias pueden producirse en cualquier época del año y en cualquier lugar, pero son más habituales en primavera y en la fachada mediterránea, incluyendo por supuesto las Baleares.

El fenómeno tiene su explicación meteorológica. La primera condición que tiene que darse es que exista una situación de inestabilidad en la zona del Sáhara, que eleve el aire hacia las capas altas, arrastrando tras de sí grandes cantidades de polvo y arena. En segundo lugar, tiene que haber una situación de componente sur, o sea, una entrada sobre la península de aire procedente del norte de África. Ese viento del sur es el que trae consigo en suspensión todo ese polvo recogido del Sáhara. A partir de aquí pueden darse tres situaciones distintas:

Si no se producen lluvias, el polvo queda en suspensión formando lo que se conoce con el nombre de calima, es decir una capa de neblina que genera problemas de visibilidad, y que constituye un fenómeno muy característico de nuestro clima. Esto es precisamente lo que sucedió ayer viernes.

En el caso de que se produzcan lluvias pueden suceder dos cosas: si llueve con fuerza, el polvo cae en forma de barro, pero la propia precipitación, con su intensidad, se encarga de limpiar las huellas en coches y terrazas.

En cambio, si se producen lluvias muy débiles, es cuando el efecto del barro precipitado es perfectamente visible, como si de salpicaduras de pintura sobre la carrocería se tratase.

No se extrañen por tanto si durante la jornada de hoy, en la que se esperan lluvias a lo largo de la tarde, estas vienen acompañadas de barro, si bien será ese mismo frente de precipitación el que sustituya esa masa africana por una mas fresca procedente del atlántico, con lo que la calima que ayer nos acompañó tiene las horas contadas.

Si la lluvia de barro hace su aparición poniendo perdido su coche permítanse una frivolidad: Pasen el dedo por la carrocería y toquen el polvo. Aunque no se lo parezca, están tocando con sus dedos la arena del desierto, la arena del mítico desierto del Sáhara…..y es que el que no se consuela es porque no quiere.