Una forma más para mitigar el cambio climático

Antonio Rivera - 20 Ene 2012 - 16:10

El cambio climático genera noticias diarias. Raro es el día que no aparezca un estudio, unas predicciones o cualquier cosa relacionada con uno de los temas más mediáticos que existen. La verdad es que no son pocos los condicionantes que este tema tiene para explicar este caracter tan mediático. Piensen por ejemplo que es un tema que contiene un trasfondo de catátrofe futura, que alimenta con ello esa necesidad tan humana de tener sobre nosotros esa especie de espada de Damocles que amenaza con acabar con nosotros. Quizás es algo inato a nosotros y ejemplos acerca de cómo estos temas se convierten en temas estrellas de los medios tenemos y muchos: vacas locas, gripes A, agujeros en la capa de ozono, inviernos nucleares, etc. Pero es que además el cambio climático tiene un aliciente especial, ya que como es una previsión a largo plazo, da recorrido suficiente a la noticia para que no sea algo puntual en el tiempo, sino que será sin lugar a dudas un tema que seguirá siendo estrella durante muchos y muchos años.

Leo hoy una noticia acerca de un estudio realizado por el Laboratorio Nacional estadounidense Lawrence Berkeley, cuya tesis principal dice que el uso de tejados y pavimentos de colores claros en zonas calurosas del mundo sería una forma muy eficiente para combatir el cambio climático. Es algo bien conocido que el color que tenga un objeto está relacionado con la radiación solar que dicho objeto absorbe o refleja. Concretamente los colores claros reflejan la mayor parte de la radiacción que les llega; mientras que los oscuros la absorben. Esto seguro que lo han podido comprobar en los coches. Los coches negros se calientan mucho más que los blancos, debido a que los negros captan la mayor parte de dicha radiación (calentándose de esta forma) mientras que los blancos reflejan dicha radiación, devolviéndola al espacio sin calentar el cuerpo.

Pues bien, lo mismo sucede con los tejados y con el pavimento de nuestras ciudades: Como los tejados blancos reflejan mucho más calor solar que los negros, los edificios con tejados blancos permanecerán más frescos. De esta forma, si el edificio tiene aire acondicionado, lo necesitará menos, lo cual ahorrará energía y de esta forma emisiones de CO2 a la atmósfera. Por contra, el calor absorbido por un tejado negro calienta el espacio ubicado debajo de él, y además calienta el aire que fluye sobre él, lo cual hace subir la temperatura del espacio circundante, en un efecto conocido como Isla de Calor, y que es típico de las grandes ciudades. Por tanto, un tejado negro calienta el medio ambiente: irradia energía directamente a la atmósfera. Dicha energía es absorbida por los gases de efecto invernadero de la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global.

Esto no es nada nuevo, ni mucho menos. Fíjense si no en las construcciones típicas de los distintos climas: allí donde los veranos son calurosos y las temperaturas suelen ser altas, el color blanco de los edificios es una característica intrínseca de pueblos y ciudades, mientras que en zonas montañosas y con inviernos crudos y muy fríos, los edificios oscuros con tejados de pizarra son los protagonistas. El hombre, desde hace muchos siglos, ha sabido adaptar sus construcciones a los diferentes climas para sacarles el máximo partido.

La novedad de este estudio consiste en que los investigadores del Laboratorio Lawrence Berkeley y sus colaboradores usaron un detallado modelo global de la superficie terrestre, desarrollado por la NASA, que contiene información regional sobre las variables de la superficie (tales como la topografía, la evaporación, la radiación y la temperatura), así como de la cubierta nubosa.

Comprobaron que durante el verano del hemisferio norte, el incremento de la reflectividad de los tejados y pavimentos en las ciudades con una población mayor de un millón de personas lograría compensar 57 gigatoneladas (57.000 millones de toneladas) de emisiones de CO2. De ellas, 31 gigatoneladas corresponderían a los tejados y las restantes 26 a los pavimentos. Esa cifra de 57 gigatoneladas es el doble de las emisiones mundiales de CO2 en el 2006, que fueron de 28 gigatoneladas. Espectaculares datos, sin duda.

No es desde luego la solución definitiva frente al calentamiento global, ni mucho menos, sino que se trata de una forma de poder mitigar algo dicho calentamiento, utilizando ni mas ni menos el sentido común, algo que ya utilizaba nuestra humanidad desde hace muchos siglos....por algo será.