Cuidado con el Sol
Antonio Rivera - 20 Ene 2012 - 16:08 Seguir @meteolp
Seguro que más de uno de ustedes, aprovechando las buenas temperaturas que estamos teniendo estos días, tiene entre sus planes para este fin de semana visitar alguna de nuestras playas. Con la llegada de los primeros calores, y más tras el duro invierno que hemos tenido, nuestro espíritu mediterráneo aflora pidiendonos Sol, brisa y mar.
Tomar el Sol es bueno, siempre que se haga con la suficiente protección y sentido común. Entre otras muchas cosas benéficas, el sol activa los neurotransmisores cerebrales, además de que los rayos solares son fundamentales para la síntesis de la vitamina D. Aún así, hay siempre que recordar, que según nos dicen constantemente los dermatólogos, el Sol hay que tomarlo con las dosis apropiadas, y siempre protegiendo nuestra piel con cremas protectoras...sobre todo en este tiempo.
Y me explico: Para empezar, el sol que tenemos en estos días es tan intenso como el de agosto, aunque parezca mentira. La cantidad de radiación solar que llega a un punto determinado de la Tierra depende de la altura que el sol tenga en el horizonte. El sol, en su peregrinaje anual alcanza una altura mínima en el solsticio de invierno (alrededor del 21 de diciembre) y una altura máxima en el solsticio de verano (alrededor del 23 de junio, coincidiendo obviamente con los días más largos del año). Por tanto, es en esos días cercanos a la noche de San Juan cuando mayor cantidad de radiación solar llega a nosotros. Este hecho lo pueden comprobar ustedes fácilmente con ayuda de una linterna: comprueben que, al iluminar por ejemplo una mesa, la zona reflejada va aumentando de tamaña conforme la linterna se sitúa más paralela a la mesa, o sea, conforme la inclinación de esta es menor en relación a la superficie de la mesa. Por tanto, aunque la cantidad de luz que emite la linterna es siempre la misma, la superficie sobre la que se distribuye depende de la inclinación que esta tenga con respecto a la mesa. Igual pasa con la superficie de la Tierra y el Sol. Cuando el Sol está muy alto en el horizonte, la misma cantidad de radición emitida por él se distribuye en una menor superficie, por lo que la intensidad de la misma es mayor. Como ahora la altura del sol es igual que la de agosto (fíjense que los días duran igual ahora que en agosto), la intensidad de la radiación que nos llega, y por tanto la cantidad de rayos ultravioletas que alcanzan nuestra piel, es la misma.
Cuando vamos a la playa (o al campo, que esto de tomar el sol se puede hacer en cualquier parte) en esta época del año, en primer lugar, como las temperaturas son más bajas que las que se registran en agosto, el Sol no nos molesta tanto, por lo que pensamos que no nos quema tanto como lo hace en los meses más calurosos. No es lo mismo estar en la orilla de la playa, mientras sopla una brisa fresca, y las temperaturas rondan los 25ºC, que estar a 30ºC. La inercia térmica de la Tierra, sobre todo en las zonas costeras, hace que las temperaturas más altas se alcancen después del momento de mayor intensidad solar (23 de Junio), al igual que los días más fríos suelen llegar después del 21 de diciembre.
Pero además aún podemos añadir un problema más que puede agrabar en esta época los efectos del Sol, y que no es otro que nuestra piel aún no presenta el bronceado típico veraniego. Recordemos que el bronceado no es ni más ni menos que una protección natural que crea nuestro cuerpo para protegerse del exceso de radiaciones ultravioletas. En concreto es la radiación UVA lo que hace que las personas se bronceen. Los rayos UVA penetran las capas inferiores de la piel, donde estimulan a células llamadas melanocitos para que produzcan melanina. La melanina es la pigmentación marrón que ocasiona el bronceado y es la forma mediante la cual el cuerpo protege a la piel de quemaduras. Como en esta época del año nuestra piel aún no ha creado esa capa protectora, las quemaduras pueden aparecer muy fácilmente.
Por tanto, y resumiendo, disfruten del buen tiempo, tomen el Sol si lo desean, pero recuerden siempre ponerse protección constantemente, sobre todo en esta época del año.